MUNDO 2009 OKWEB30NO30/11/201113:00OPINIÓN¿El final del principio?(7599946)30/11/1102:56ELMUNDO.ORBYT/$Sala de columnas/$Pedro Cuartango/$columnas/$PRIMERA14709732.JPG88152.231314375.395106569.087335034.4000.0000.000¿El final del principio?93342.478272998.878272200.811284092.2470.0000.000FUE en un curso del Collège de France, en la rue des Écoles, donde escuché por primera vez el término entropología. La persona que utilizaba esa palabra era Claude Lévi-Strauss.
Han pasado más de 30 años desde entonces y las reflexiones del autor de las Mitológicas han adquirido tintes proféticos. La tesis fundamental de Lévi-Strauss en aquel seminario era que el desarrollo histórico del ser humano se basa en la destrucción, la gran fuerza que mueve la Historia.
Lévi-Strauss sostuvo que la antropología o ciencia del hombre había devenido en entropología o ciencia de la extinción, convertida en el signo de nuestro tiempo. El pensador francés veía en el Holocausto, el agotamiento de los recursos naturales y la colonización del Tercer Mundo la constatación de su análisis teórico.
Si el hombre se había construido a sí mismo tras el dominio del fuego y el lenguaje, los avances tecnológicos y la civilización occidental tenían para él un componente autodestructivo que llevaba a la extinción de la vida.
Cuando observo los destrozos que está provocando esta crisis económica, me da la impresión de que Lévi-Strauss tenía bastante razón. Hay un componente negativo y demoniaco en nuestra organización social que nos lleva a ese final catastrófico que ya figura en los mitos primigenios de nuestros orígenes.
Para no remontarnos tan atrás, Sigmund Freud acuñó el término instinto de muerte para poner nombre a las pulsiones destructivas que existen en todo ser humano. Freud sostenía en El malestar en la cultura que el empuje de Thanatos era superior a Eros, el instinto de placer.
Hay en todo el desarrollo de nuestra civilización una tensión entre las fuerzas de la destrucción y el impulso básico de hacer el bien y asociarse con el prójimo. Pero la gran cuestión es cuál de esas dos tendencias contrapuestas se impone sobre la otra. El dilema queda planteado por Hamlet cuando se pregunta con una clarividente economía del lenguaje: «¿Ser o no ser?».
Vivimos en tiempos en los que el no ser, las fuerzas destructivas del hombre han convertido la Historia en el epílogo de la entropología straussiana. Prometeo no es ya el símbolo de la liberación de la tiranía y de la autonomía de la razón, como escribía Marx, sino el signo de la devastación de la Naturaleza, del fuego como aniquilación e incluso como instrumento de dominación.
El gran mito de nuestro tiempo es el progreso. Se acepta comúnmente que vivimos mejor que nuestros antepasados cuando lo cierto es lo contrario: estamos atrapados por la técnica y una lógica de la economía que nos lleva a la autodestrucción. La crisis es el reflejo del cáncer que padece nuestra sociedad, cuyas células están alteradas por una escala de valores que nos ha enloquecido. Pero tal vez la entropología sea reversible y lo que parece el final es, en realidad, el comienzo del hombre que -como Fénix- renace de sus cenizas por la fuerza de Eros.93209.728284092.247272200.811387630.6620.0000.000TIEMPO RECOBRADO
pedro g. CUARTANGO108008.900317421.000150203.854335053.1110.0000.000