MUNDO 2009 OKWEB26EN26/01/201204:00OTRAS VOCESLas acelgas(8159420)26/01/1203:53ELMUNDO.ORBYT/$Sala de columnas/$Salvador Sostres/$columnas/$PRIMERA15876280.JPG17341.02350630.38838210.52070559.0980.0000.000«Mi abuela en la cola de su propio negocio es la metáfora de que la bondad es un don infinito»21458.068220507.80479398.787250062.2880.0000.000Las acelgas21572.62376491.75179538.76687593.1620.0000.000MI ABUELA fundó el negocio y al principio dormía en un habitáculo dentro de la cocina, porque una vez pagado el alquiler de la tienda no le llegaba para pagarse una vivienda. Se sacrificó, sufrió y resistió, y lo hizo sin solicitar jamás un crédito y pagando siempre el precio. Conozco a pocas personas que hayan pagado más que mi abuela, en todos los sentidos de la palabra y del concepto.
Todo nos lo pagó cuando éramos niños: la casa y el colegio, la ropa y el alimento. Les regaló a mis padres la casa donde vivimos hasta que se divorciaron, y a mi hermana y a mí un piso a cada uno. Mi madre siempre se ha quejado de ella, la ha culpado de sus fracasos y de sus miserias, pero siempre ha trabajado con ella, siempre ha cobrado de ella, a pesar de que mi abuela le pagó -también- una carrera para que pudiera volar por su cuenta.
Hace años, pocos, se retiró. El negocio sigue siendo suyo pero lo lleva mi madre. Mi abuela es hoy una bisabuela adorable y cuida de un pequeño huerto en su finca de Alella. Un huerto que a pesar de ser pequeño produce una notable cantidad de excelentes acelgas. Guarda las que necesita para su consumo y el resto las manda a Semon para que puedan venderlas. El otro día las vi, simplemente hervidas, en el bufé. Radiantes, espléndidas.
Mi abuela compraba dos raciones de ellas porque se le había terminado su reserva. El dependiente le dio el paquete con el correspondiente tíquet. Antes, cuando mandaba ella, a la familia nos hacía siempre benéficas, y ahora mi madre nos lo hace pagar todo, más que por lo que gane o pierda con nosotros, para demostrar el alcance de su poder y que ella hace las cosas de otro modo.
«Tenemos que ser profesionales, mamá», le alecciona mi madre. «Tenemos que tener talento, imbécil», responde balbuceando ella, sin que casi nadie pueda entenderla.
Hay una generación, que es la de mi abuela, que sufrió mucho para podernos procurar una vida dulce y tierna. Nunca se quejaron de nada, nunca ninguna excusa, y todo lo han pagado. Luego vinieron los jóvenes del 68 como mi madre, que tuvieron todas las oportunidades y ningún resultado, nada se les negó y por nada dieron las gracias, antifranquistas de un antifranquismo que Franco se les murió en la cama, agnósticos para acabar creyendo en videntes, energías y dietas. Y ese yo inflamado que llena el corazón pero vacía el alma.
Mi abuela en la cola de su propio negocio pagando sus propias acelgas es la metáfora de que la bondad es un don infinito y pervive por mucho que quieras pisotearla. Un día me dijo: «Los que van detrás del dinero siempre fracasan. Tú hazlo bien y el dinero vendrá solo, y nunca te faltará nada».21558.27287593.16279575.601387626.0110.0000.000MASADÁ
SALVADOR SOSTRES39425.36653116.58483590.26369983.0240.0000.000