MUNDO 2012WEB16SE16/09/201308:00OBITUARIOSArtículo Quark (17878274)16/09/1313:09PRIMERA>MANUEL RICO LARA
El juez inocente del ‘caso Arny’21549.993214199.996217392.028236424.9960.0000.000Magistrado de Menores y pintor, salió triunfante tras caer en desgracia
EDUARDO DEL CAMPO
Manuel Rico Lara, nacido en Madrid en 1931, era uno de los jueces más conocidos y queridos de Sevilla hasta que, a mediados de los años 90, cayó en desgracia acusado de la peor mancha que podía teñir su honor, tratándose del presidente del Tribunal de Menores: participar en el pub Arny en una trama de prostitución de chicos aún menores de edad. Uno de los jóvenes chaperos lo metió en el saco de los señalados como clientes del Arny, que incluía a famosos del espectáculo y la televisión, en aparente venganza porque Rico Lara había procesado a algunos de ellos por delitos comunes. Hasta que se declaró su inocencia en 1998, sufrió más de dos años de calvario por el desprecio social que le acarreó aquella falsa acusación y las miles de horas de exposición mediática del caso Arny. El Consejo General del Poder Judicial lo suspendió en enero de 1996 y lo rehabilitó en cuanto salió absuelto en 1998, aunque no volvió a ejercer de juez de Menores y se jubiló al poco tiempo destinado en comisión en el Registro Civil.
La denuncia truncó el fin de su carrera tras estar a punto de ser nombrado presidente del Tribunal Superior de Andalucía. «Se le linchó. Lo trataban como a un apestado, le retiraron el saludo», cuenta el jurista Manuel Grosso sobre su amigo, muerto este viernes a los 82 años. «Yo ponía la mano en el fuego por él, porque lo conocía y aquello no tenía ni pies ni cabeza. No sé cómo aguantó. Fue muy duro de llevar, para la mujer y los hijos», dice Grosso, que subraya que el apoyo de su familia, de la Universidad de Sevilla (donde daba clases) y de colegas del mundo jurídico le ayudó a resistir el ostracismo.
Grosso, que lo define como «una persona maravillosa», recuerda con amargura un día en que se lo encontró frente a Correos y Rico Lara se sorprendió, agradecido, de que no sólo no le negara el saludo sino de que lo acompañara por la calle camino de la Campana, en el centro y a la vista de todos con él, el apestado. «En mitad de la calle Sierpes, un grupo de niñatos le gritó ‘¡Maricón!’».
La pintura, en la que se inició frente al mar siendo juez en La Palma, le sirvió de refugio y aliento durante el caso Arny, volcado en cuadros que expuso después en La Carbonería de Sevilla. Su vida de hombre ilustrado quedó recogida en dos libros, su autobiografía Herido de vida, que prologó su abogado y amigo el penalista Francisco Baena Bocanegra, y El juez justo, memorias de un defensor indefenso, de Francisco Correal. Se había mudado a vivir con su hija en la Sierra de Huelva, cerca de Almonaster la Real, donde decía sentirse feliz.
Antes de esta caída y salida del infierno, su carrera lo había llevado a Olvera, Torrelavega, Valdepeñas o, en los años 70, San Sebastián. De gran vocación social, ejerció como juez de Vigilancia Penitenciaria (antes, de Peligrosidad y Rehabilitación Social), de Familia, de lo Social y de Menores. Manuel Grosso destaca que fue «muy valiente» porque durante la dictadura, desde el grupo Justicia Democrática, «luchó por la democracia y estuvo donde había que estar». Y lo sancionaron por ello.
Salió herido pero triunfante del escándalo. En el juicio, en el otoño de 1997, donde lloró defendiendo su inocencia, tuvo un gesto de grandeza personal. Como juez, podía haberse sentado con toga junto a su abogado. Pero no quiso privilegios y sufrió la pena de banquillo entre el resto de las decenas de acusados.
Manuel Rico Lara, juez, pintor y humanista, nació en Madrid el 23 de marzo de 1931 y murió el 13 de septiembre de 2013, en Valverde del Camino (Huelva).21796.613236424.99667088.234358662.4960.0000.00071887.053236424.996217359.552358662.4960.0000.00034365529.jpg121665.883236424.996167334.074299395.8290.0000.000EL MUNDO121600.911299395.829167269.113303099.9960.0000.000