MUNDO 2012WEB10JN10/06/201308:00ESPAÑA"Las ratas se comen nuestro arroz" Miles de (15656011)10/06/1316:04ELMUNDO.ES/$Asuntos Exteriores y Cooperación/$3383/$Marruecos/$3221PRIMERA«Las ratas se comen nuestro arroz»
Miles de firmas denuncian el estado de los presos españoles en Marruecos y piden el traslado de un jubilado, enfermo cardiaco y diabético, encarcelado con su hijo en Tánger21549.993199383.324217359.552225312.4960.0000.000RAFAEL J. ÁLVAREZ / Madrid
El informe del hospital Virgen del Rocío ponía que con su cardiopatía isquémica, su angina de pecho, su colesterol y su diabetes, Antonio debía esmerarse en una rutina de fármacos, comer «verduras, cereales, pescado y fruta», huir de «la sal y las grasas» y «evitar estrés intenso, frío y cambios bruscos de temperatura». Eso valía para 2010 y para la libertad. Pero nadie sospechaba que tres años después, Antonio no toma siempre toda la medicación que necesita, come a mal comer «un quesito, un huevo y un caldo donde el otro día había un tornillo», duerme «hacinado entre locos» y vive en la humedad de estar «todo el día chorreando» por los suelos y las desesperanzas de la prisión de Tánger. «Yo no me quiero morir. Y menos aquí».
Antonio García Vidriel es un viudo reciente que se cargó al ánimo la jubilación y sus 67 años para acompañar a su hijo camionero por si el viaje le distraía la ausencia de la mujer de sus mejores días. Y funcionó. No es que no la recuerde, pero bastante tiene hoy con encontrar un chorro de agua para lavarse, esquivar las peleas y los chantajes, buscar una cuchara, reunir tres horas de sueño o vigilar ese hinchazón de los pies.
Porque en abril del año pasado Antonio se metió en el camión de su hijo Antonio cuando la temporada del melón les ofrecía un puñado de euros por dejar en los comienzos de África algunos miles de kilos de fruta andaluza. Lo que Antonio padre dice que no sabía es que dentro de los melones, los traficantes de algún mundo habían escondido droga con un método de barrio, una suerte de a cala y a prueba ilegal: se hace un agujero, se saca un poco de melón, se mete la droga en el hueco y se tapa el invento con la misma corteza.
Y así, el 12 de abril de 2012, los Antonios de esta historia fueron detenidos. Pasaron meses en prisión preventiva hasta que un mal día recibieron condena: 10 años para el hijo, cuatro para el padre.
Para entonces, ya sabían de qué van las cárceles alauitas, la masificación, mugre, corrupción y desinformación que generaciones de presos españoles y saharauis han denunciado siempre.
«Yo estoy en la enfermería y mi hijo en una celda. Aquí hay 11 camas y somos 13. Hay dos que duermen en el suelo. La chambre de mi hijo mide 12 metros cuadrados y hay 24 presos. Si te descuidas, como ayer, las ratas se comen tu arroz».
– ¿Cómo dice, Antonio?
– Sí, el arroz. Guardas un paquete o un pan bajo la cama y si no estás atento vienen las ratas y se lo comen.
Antonio habla desde algún rincón de la prisión. Con 13 meses en la cárcel, este sevillano jubilado sabe qué hacer para sobrevivir un poco. Y eso es tan básico como, a veces, poder hablar con el otro lado, con los libres.
Por ejemplo, el creador de blog Cárceles Marruecos, que suelta en la red el mundo «infrahumano, degradante e indefenso» que sufren los condenados. La página cuenta lo que pasa y cuelga grabaciones de presos que lo dicen todo. Como ésta, recogida el 3 de diciembre de 2012: «Nos tienen como a perros, dormimos en un cuarto 20 o 25 personas, nos lavamos con cubos de agua en un grifo, dormimos en mantas en el suelo, sin ventanas, joer, esto... Los guardias nos pegan, quieren dinero, esto es una locura, Dios mío». Probablemente fuera un compañero de Antonio, uno de los casi 40 españoles que hay en la prisión de Tánger.
En aquel diciembre, el día 13, el consulado solicitó a la prisión marroquí que Antonio García Vidriel fuera trasladado a España para cumplir el resto de su condena, como bendice el convenio que ambos países firmaron en 2006. Pero consulado es una palabra que suena mal entre los reclusos españoles. «Te hartas de llamarles, hay que hacer locuras para que vengan a vernos. No nos informan de nuestros casos, ni los agilizan. El consulado es un problema, no una solución», dice otro preso desde el teléfono clandestino del día.
Antonio lleva seis meses esperando noticias de su traslado. «No sé nada. Sólo que va para largo». Por eso Change.org está tirando de la fuerza de muchos con dos campañas: una para que los ministerios de Exteriores y Justicia «acaben con el infierno de los presos españoles en Marruecos» y otra para que se traslade a Antonio a España.
Más de 55.000 firmas van ganadas ya en Change.org/porAntonio gracias al quejido escrito de Alejandro Castaño, un amigo de Antonio que denuncia comparaciones odiosas: «Antonio, diabético y enfermo del corazón, lleva seis meses esperando su traslado. Ángel Carromero fue llevado de Cuba a España 23 días después de que se firmara su traslado. No digo que Carromero no tuviese ese derecho, digo que mi amigo Antonio también lo tiene».
Como hizo el diputado de Compromis Joan Baldoví cuando el jueves preguntó al ministro: «¿Por qué el Estado ha actuado con más celeridad para extraditar a reclusos con penas por delitos más graves?».
En el escondite de su voz, Antonio suena a fatiga. «Me falta el aire. No duermo más de tres horas. Últimamente tengo los pies como dos bolas flotantes. Me canso y me duele el pecho. Yo sé lo que es un infarto de seis horas y quedar frito. Pero me arreglo. El que me deprime es mi hijo».
El otro Antonio está en una celda de... adelgazamiento. «Ha perdido 30 kilos». Su padre ha logrado que pase con él un rato en enfermería. «Intentamos darnos fuerzas. Cuando viene a la enfermería es lo único que come en el día. Bueno, lo de aquí no se puede llamar comida. Es una olla de 100 litros con una especie de caldo. El otro día, entre unas lentejas había un tornillo. No hay mesas, ni cucharas, ni lavabo. Sólo dos grifos y un agujero para hacer tus necesidades. Aquí una persona no vale nada».221911.75143808.329267449.997358662.4960.0000.00021549.993229016.663217359.552358662.4960.0000.000«Me canso, me falta el aire, mis pies son como bolas. Aquí una persona no vale nada»221911.756145115.523267449.997174325.4760.0000.000