MUNDO 2009 OKWEB10JN10/06/201104:00COMUNICACIÓNViolencia sexual, tabú periodístico l El CPJ(5818514)10/06/1102:46PRIMERA11183718.JPG16999.99646847.329220089.538157972.3290.0000.000La periodista Lara Logan, corresponsal de la CBS en las revueltas egipcias, sufrió una agresión sexual que dio a conocer a todo el mundo. / REUTERS16999.996157972.329220089.538161676.4960.0000.000Violencia sexual, tabú periodístico
El CPJ alerta en el informe 'El crimen silenciado' de las agresiones a casi 50 periodistas, como las reporteras Jineth Bedoya y Lara Logan16999.996165380.662220040.461198718.1620.0000.000EDUARDO FERNÁNDEZ / Madrid
Un buen periodista no quiere ser la noticia, sino darla. Por eso, el silencio tras sufrir una agresión sexual resulta aún más intenso cuando la víctima es una reportera que cubre una revolución de alcance internacional, en mitad de una turba que ruge en un país ajeno.
El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ en sus siglas en inglés) ha publicado un informe sobre El crimen silenciado: violencia sexual y periodistas, revelaciones de casi medio centenar de profesionales que han padecido abusos de tipo sexual, preludio también de un dossier más amplio que verá la luz el próximo año. «Sólo ahora los periodistas están empezando a hablar de esto», explica a EL MUNDO Lauren Wolfe, quien ha elaborado el estudio.
Jineth Bedoya, en su labor para el diario colombiano El Espectador, fue secuestrada, atada, golpeada y violada. Sucedió en 2000. Tardó nueve años en romper su silencio con una confesión alta y clara. «Desafortunadamente, a pesar de su valentía extraordinaria, Bedoya no es conocida en EEUU. En cambio, el ataque a Lara Logan y su posterior discurso sí sirvió para que muchos periodistas decidieran dar un paso al frente», rememora Wolfe.
Lara Logan sufrió un brutal ataque en El Cairo. Inmersa en una multitud de cientos de personas que se manifestaban en contra de Hosni Mubarak, la corresponsal de la cadena CBS fue separada de su equipo, desnudada, golpeada e incluso mordida, hasta que un grupo de mujeres y soldados egipcios la rescataron. «Me violaron con sus manos», detalló Logan en la CBS sobre el crimen colectivo e impune, que tuvo lugar en la simbólica plaza de Tahrir, el feliz día que el dictador era derrocado.
«Muchas periodistas no lo cuentan para no dar la sensación a sus jefes de que son vulnerables (...) Hay mujeres periodistas en puestos de mando que han preferido no hablar de una violación porque sienten que nunca habrían llegado a su posición de haberlo contado», detalla Wolfe, editora senior en el CPJ.
Jenny Nordberg, corresponsal sueca establecida en Nueva York, viajó a Pakistán en octubre de 2007 para cubrir el retorno al país de Benazir Bhutto, la ex primer ministra exiliada que sería asesinada dos meses después. Nordberg fue atacada en Karachi. «Es incómodo y te sientes como una idiota que no dice nada, especialmente cuando estás informando sobre cuestiones mucho más horrorosas», admitió al CPJ esta periodista, quien no se lo comunicó a sus editores «por miedo a perder futuros trabajos».
«Muchos editores prestan atención a estas prácticas, pero también me he encontrado con muchos casos en los que los periodistas dieron a conocer el acoso o la agresión sexual a sus superiores y éstos les dijeron que dejaran de hablar de ello porque podrían poner en peligro el objetivo de su medio de comunicación», señala Wolfe, quien a su vez resalta que los periodistas locales suelen salir peor parados: «Los corresponsales extranjeros pueden volver a casa. Los locales tienen que convivir y trabajar entre sus atacantes».
El Instituto Internacional para la Seguridad de la Prensa (INSI en sus siglas en inglés) ha dado fe al CPJ de las reticencias del sexo femenino a relatar cualquier agresión sexual, mutismo que motiva la escasa documentación al respecto. Sin embargo, tras los primeros gestos de valentía, la cadena NBC ya imparte un curso para periodistas en ambientes hostiles en el que se aborda esa clase de riesgos.
Los hombres, además de agresores, también son agredidos. Por ejemplo, Umar Cheema, reportero pakistaní del periódico en lengua inglesa The News, fue torturado sexualmente en Islamabad, en el año 2010.
Estos crímenes silenciados, según Wolfe, tampoco se concentran en países o regiones, sino que responden a zonas de conflicto: «Cuando la ley se ha derribado, los periodistas no tienen dónde encontrar justicia, algo que perpetúa los ataques. A veces son los propios oficiales o los oficiales del gobierno los responsables, lo que impide cualquier tipo de denuncia», apunta Wolfe.
«No tengo conocimiento de ninguna sentencia contra alguien que haya atacado o violado a periodistas», admite Wolfe. Así, resultará crucial el caso de Bedoya, quien llevó su denuncia en mayo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). «Si acepta el caso, supondría un hito», avisa Wolfe.16999.996198718.162220089.538387630.6620.0000.000