MUNDO 2012WEB09AG09/08/201308:00OPINIÓNUtrecht (17022039)09/08/1302:32ELMUNDO.ES/$Gibraltar/$5283ELMUNDO.ORBYT/$Sala de columnas/$Enric González/$columnas/$PRIMERAUtrecht97682.01743808.329267449.99754901.6980.0000.000DE ENTRE todos los desastres de la historia española, que son muchos, destacan con gallardía la Guerra de Sucesión y su apéndice fundamental, el Tratado de Utrecht. Parece que ese tratado nos perseguirá hasta el fin de los tiempos, y más allá.
Una consecuencia del tratado, que puso fin a la guerra, fue el reconocimiento internacional de Felipe V, el primer Borbón en Madrid, como rey de España. Eso no habría supuesto un gran problema dado que el anterior monarca, Carlos II de Habsburgo, el Hechizado, fue tonto de baba. Hacerlo peor que él era prácticamente imposible. Pero Felipe V salió depresivo y demente y en 1724 abdicó en su hijo, Luis I, que murió en cosa de meses. Como si las abdicaciones fueran reversibles, Felipe V volvió al trono, aunque como títere porque el poder lo ejerció su mujer, Isabel de Farnesio. Fue estupendo contar con un rey incapaz en la época en que se decidía quién pintaba algo en Europa. Por otra parte, entre los Borbones que le sucedieron se encuentran auténticas joyas, de las que dejan un país para el arrastre. Pienso en Fernando VII, aunque hay otros ejemplos.
Otra consecuencia fue la cesión a la corona británica del peñón de Gibraltar. Nada terrible en sí mismo, porque también se cedió Menorca. El caso es que Gibraltar sigue bajo bandera británica y cometiendo ocasionales tropelías. La cosa tiene sus ventajas para una industria de capa caída, porque no hay como una crisis gibraltareña en agosto para mantener vivas las portadas de prensa, pero resulta fatigosa en extremo para una ciudadanía que lleva toda la vida soportando el peñazo del Peñón. Lo de «Gibraltar español» es de lo poco que no ha cambiado desde el franquismo.
Lo peor de Utrecht no fue que Londres se quedara con la exclusiva del tráfico de esclavos, hasta entonces ejercido con solvencia por naves españolas. Lo peor fue lo de Cataluña. Con el reconocimiento de Felipe V, las potencias europeas (salvo Austria, por un tiempo) bendijeron la supresión de los fueros en la antigua Corona de Aragón y la eliminación de instituciones como la Generalitat. La creación del Reino centralista tuvo en su momento ventajas para unos e inconvenientes para otros. Tres siglos después, quedan los inconvenientes. En cuanto nos libremos de la crisis veraniega en Gibraltar llegará el aniversario de la caída de Barcelona (1714), otra consecuencia del puñetero tratado, con sus conmemoraciones nacionalistas y sus planes referendarios. Añoraremos Gibraltar.
Lo dicho, Utrecht no va a acabarse nunca. 97549.26755037.704267449.997151346.0380.0000.00043 GRADOS121824.42087765.502151528.04494659.4820.0000.000ENRIC GONZÁLEZ121824.42095354.331151443.513105377.7610.0000.000