MUNDO 2012MUN05NOMADMODELO DE COPIA MUNDO 37 CM05/11/202007:00ECONOMÍALa carroza, la calabaza y Guijarro (44587586)05/11/2001:52PRIMERA86649157.jpg315028.66346149.375337997.44566003.8210.0000.000La carroza, la calabaza y Guijarro315251.45771895.833401671.14786670.8330.0000.000El gobernador del Banco de España advirtió ayer nuevamente de la necesidad de contar con un plan creíble de consolidación fiscal que no sorprenda a España a la intemperie cuando se produzca el momento en que el actual consenso en torno al gasto público, provocado por el miedo a la pandemia, sea sustituido por la presentación de la factura que supondrá financiar la deuda que estamos acumulando.
No es la primera vez que Pablo Hernández de Cos se refiere a este asunto. En varias ocasiones ha insistido en la necesidad de elaborar ese plan, aunque «no sepamos precisar exactamente el momento en que se producirá la transición de la actual etapa de política fiscal expansiva a la de consolidación presupuestaria». Pero ese momento llegará y será tan exigente como el actual.
La experiencia de crisis anteriores demuestra que el sentimiento de los mercados y de los países que son nuestros aliados y socios hacia nuestro Gobierno y la economía puede cambiar bruscamente. Y si bien, como dice el gobernador, es difícil precisar el instante en que la carroza de cristal se convertirá en calabaza, no está de más haber identificado la puerta de escape más cercana y tener preparados los números.
Ayer, ante la comisión de Presupuestos, Hernández de Cos hasta les dejó los números para que los diputados hagan sus cálculos. Estimó que la crisis pandémica nos va a dejar un déficit estructural de cinco puntos porcentuales con relación al PIB, y que la deuda pública se instalará en el 130% del PIB en los próximos 15 años. Cuando se restituya la vigencia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, Bruselas nos exigirá una política fiscal que reduzca en medio punto porcentual al año el déficit y eso nos situaría en 2035 en unos niveles de deuda parecidos a los que teníamos antes de la pandemia.
Sin embargo, lo que vemos en el anteproyecto de Presupuestos del Gobierno de Pedro Sánchez son espejismos numéricos: deuda pública que baja como porcentaje del PIB porque la riqueza del país crece (pero no porque el Estado la esté amortizando), previsiones irreales de ingresos que hacen imposible cumplir el déficit previsto…
El gobernador fue crítico con la subida salarial a los funcionarios, una de las medidas extravagantes de estas cuentas públicas, sobre todo en un entorno de baja inflación. Y defendió subidas selectivas a grupos como el sector sanitario, una cuestión que también mencionaba Cristóbal Montoro este fin de semana aludiendo a la prometida igualación salarial de las fuerzas de seguridad.
El momento más delirante de la comparecencia se produjo cuando intervino el diputado Txema Guijarro, de Podemos, conocido por conseguir que el Gobierno de Rafael Correa en Ecuador brindara asilo a Julian Assange.
Guijarro contestó a la crítica a la subida de sueldo de los funcionarios diciendo que la Ley de Presupuestos «no está para cuadrar unos números, sino para salvar a las personas». Vale. Sin embargo, minutos antes, al empezar su intervención, había dicho que los gobiernos «no se pueden permitir el lujo» de plantearse diversos escenarios económicos porque esa es una de las ventajas que tiene el gobernador «como analista».
Así que los gobiernos, según Guijarro, como éste de coalición en los que interviene Podemos, «se tienen que ajustar a unas determinadas cifras» porque si no se producirían «múltiples, infinitos, escenarios presupuestarios». En fin, que los Presupuestos Generales del Estado, según Podemos, tienen una relación cuántica con las matemáticas.
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