MUNDO 2012WEB01NO01/11/201321:30OPINIÓNLa privatización de la Sanidad y la mujer (19107349)01/11/1302:05ELMUNDO.ES/$Sanidad/$3338/$Corrupción política/$4436/$Comunidad de Madrid/$6080PRIMERALa privatización de la Sanidad y la mujer del César21549.99369320.66199887.87497285.1360.0000.000LA IMPUTACIÓN de dos ex consejeros de Sanidad madrileños por beneficiar presuntamente a empresas que se quedaron con la gestión de parte de este servicio público en la región y con las que han acabado teniendo relación profesional puede contribuir a acrecentar los prejuicios que sobre este modelo existe en parte de los ciudadanos. Sin embargo, el modelo de gestión privada ha servido para mejorar la sanidad en países como Suecia, Canadá, Reino Unido o Brasil y sería injusto que eso sucediera.
Todos los responsables políticos que han tomado decisiones relevantes en ámbitos de su competencia deberían ser especialmente cuidadosos en su reincorporación a la actividad privada. De hecho existen leyes de incompatibilidad para obligar a que así sea. Pero esas precauciones deberían haber sido aún mayores en quienes como Manuel Lamela y Juan José Güemes tuvieron importantes reponsabilidades en un terreno tan sensible para los ciudadanos como el sanitario.
Hay que aclarar que el juez no ha entrado en la valoración de indicios y que se ha limitado a admitir la querella, por cuanto estamos, por el momento, ante una mera imputación formal. Hay que apuntar también que los dos ex consejeros aseguran haber actuado dentro de la ley y cumpliendo los plazos que ésta establece. Y resulta poco creíble que cuando el Gobierno autonómico determinó cuáles eran las empresas adjudicatarias, ellos estuvieran pensando ya en cuál iba a ser su destino profesional años después.
Pero lo cierto es que, tras su salida de la Consejería, Lamela creó una sociedad entre cuyos clientes estuvo una de las empresas que entró a gestionar la sanidad madrileña. Y que Güemes pasó a trabajar en un laboratorio que, durante su mandato, consiguió uno de los contratos que ofertó su departamento. Cabe preguntarse si entre todas las empresas que hay en el país ambos tenían la necesidad de acabar teniendo una vinculación precisamente con ésas. Claramente, no. Por eso, aunque no hayan cometido incompatibilidad alguna, sí han incurrido al menos en una gran torpeza política.
El escándalo está siendo utilizado por la izquierda y los sindicatos para crear alarmismo en la ciudadanía. Han llenado ambulatorios y centros de salud con pancartas y pasquines asegurando que el servicio empeorará si se privatiza y que colectivos como el de los ancianos sufrirán graves recortes en las prestaciones. Incluso han logrado, con demandas en los tribunales, que un juzgado suspenda de forma cautelar el proceso de privatización de seis hospitales públicos, algo que parece un exceso, porque supone abortar una decisión política perfectamente legítima.
Dado que los consejeros sabían que éste iba a ser un caballo de batalla de la oposición y que podrían encontrar contestación social –estuviera o no justificada– tendrían que haber actuado con mucha más prudencia. En un servicio básico como el de la sanidad, la introducción de la gestión privada debe hacerse de modo transparente y con garantías. Como en el caso de la mujer del César, no basta con que sus gestores sean honestos: además deben parecerlo.21549.99869320.666267450.003165600.0180.0000.000